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miércoles, 8 de septiembre de 2010

Alicia en el país de las maravillas/ Tim Burton/ Estados Unidos 2010

¿Es la película de Tim Burton un fracaso porque no es fiel a la obra de Lewis Carroll? No lo creo, es una adaptación (¡viva la infidelidad!), y como toda adaptación debe ser una versión libre de dicha obra, en este caso de Alicia en el país de las maravillas y de su continuación (aunque no sea objetivamente tal) A través del espejo. Si se hubiesen plasmado aspectos importantes de los libros, y que comentaré después, la película podría haber mejorado considerablemente. Además, en la pregunta que hago falta algo: ¿Fracaso de qué tipo? Porque podría hablarse de fracaso artístico o comercial… comercialmente no debería: cuando fui al cine las colas eran espectaculares. Hacía tiempo que no veía tanta gente y con cara tan expectante… artísticamente tampoco, aunque menos; Burton hace una película con una arrolladora propuesta visual llena de un envolvente simbolismo, aunque no al nivel de la obra de Carroll; lo plasmado son fuegos de artificio muy vistosos con una recargada naturaleza cuya imaginería es de alabar y le va muy bien a la estética pretendida (posiblemente si Lewis Carroll viviera en esta época, y supiera qué es el cine, la estética y el estilo que le suele dar Tim Burton a sus films sería el elegido para recrear el mundo fantástico de su obra en la pantalla, o si no Burton, sí alguien que se le pareciese en cuanto a propuestas visuales). La naturaleza (paisaje) y puesta en escena de la que hablamos es más barroca que gótica (su estilo clásico inconfundible) por lo recargado de los elementos que forman esa naturaleza y que la hacen más, digamos, adornada y profusa. El colorido vivo también ayuda a la sensación de fascinación. Los jardines por los que se pasea Alicia y sus amigos son paisajes que se podrían haber sacado de cualquier paraíso terrenal digitalizado que pudiéramos haber imaginado.



Si hablamos de la digitalización, decir que es usada más equilibradamente y con mayor coherencia que en Avatar de James Cameron, aunque a veces la sensación de dibujo animado sea evidente (en Avatar la sensación era de muñeco animado), yo lo llamaré “síndrome del dibujo animado”, que se caracterizaría por mezclar en la película la digitalización y lo real indiscriminadamente (actores o paisajes) dando una sensación artificial a muchas de las escenas, aunque en Alicia en el país de las maravillas ese mundo fantástico ayude a que lo digital no chirríe tanto porque la digitalización se mezcla con toda la sensación de irrealidad y de ensoñación que tiene la película, y eso es utilizado con cierta inteligencia por un pragmático Tim Burton en la recreación de los animalitos que salen.



La puesta en escena es un tanto teatral, como suele ser habitual en Burton, y el guión no es lo más fuerte: algunos de los personajes de las novelas de Lewis Carroll que tienen bastante relevancia, como el Galimatazo o el conejo Blanco, aquí apenas trascienden y aportan más bien poco. Las rimas surrealistas y las cabriolas verbales que parecen no tener sentido en la novela, pero que sí lo tienen, en la película apenas se dan. La aventura que los problemas de lógica se plantean, y el uso del ingenio para salir victorioso de las situaciones más comprometidas, son sustituidas en el film de Burton por una épica infantil con buenos y malos muy encasillados en su idiosincrasia moral (como anécdota hágase notar que la Reina Blanca es de un blanco casi inmaculado, igual que lo era Gandalf, el mago blanco del Señor de los anillos). De cualquier forma Burton se centró en el aspecto que más le interesaba como en toda versión libre que se hace de cualquier obra, y que no tiene porque ser totalmente fidedigna a la original, y ese aspecto es lo visual, saliendo victorioso, aunque ni mucho menos por goleada.

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