Tercera película en la filmografía de Elvis
Presley y la primera que hacía para la compañía MGM. Se rodó en un mes y hubo
cierto escándalo cuando se estrenó por cosas como que el protagonista fuera un
convicto (Elvis en el papel de
antihéroe; el único que haría en su carrera como actor), esos movimientos de
cintura que provocaban más de un rubor o que apareciera en la cama con la
malograda actriz, y protagonista del film al lado del rey del rock, Judy Tyler en la que también había sido,
curiosamente, su tercera película y que moriría dos semanas después de
terminado el rodaje en un accidente de coche junto a su marido y también actor Greg Lafayette, dedicado más a la
televisión. Elvis, según parece,
nunca quiso ver terminada la película por ese luctuoso suceso.
A la semana de
empezar a rodar, Elvis tuvo una caída
en la que perdió una pieza dental que tragó y se le incrustó en el pulmón, con
lo que tuvo que ser ingresado de urgencia en un hospital y ser intervenido quirúrgicamente
para así poder sacar el diente.
La famosa
escena de Elvis Presley en la cárcel
cantando y bailando la canción Jailhouse rock (título original de la película y de la grandiosa canción) está
considerada por muchos como la mejor escena de Elvis de la historia (…y el policía con su porra –esto no tiene
connotaciones sexuales- moviéndola al compás; ¡qué bueno!); aunque yo la
considero más bien como un divertido y movido videoclip.
Las películas de Elvis Presley no son nada del otro mundo. Cualquier ocasión que
tiene para su lucimiento musical es aprovechada por el rey del Rock para
ofrecernos un torrente de voz, espectáculo y buena música como pocos
podrían hacer. Sus películas suelen tener la misma estructura, llenas de
números musicales y movimientos pélvicos míticos, con chicas enamoradas que
harían lo que fuera para que el chico de la voz aterciopelada se fijase en
ellas y lograran ganarse su corazón. El es el rey y el trato es “el que se le
debe dar por sus facultades”. No obstante siempre surgen conflictos
sentimentales por los que uno se llega a preguntar si el del tupé es realmente
un buen tío o no merece tanto la pena; es aquí entonces cuando surgen las
tensiones entre el chico y la chica. Los celos, el egoísmo, la ambición, el
orgullo, aspectos que siempre pueden estropear una relación que tiene todos los
ingredientes para que se pudiera convertir en algo bonito y natural hace que
nos entretengamos como podríamos hacerlo en cualquier telenovela
hispanoamericana, aunque en las películas de Elvis Presley no se exageren tanto el drama ni los sentimientos.
En El rock de la cárcel pasan muchas de
las cosas que mencioné antes. Hay gente que la considera la mejor película del
cantante. En principio vemos una especie de película de género carcelario, pero
suavizada para no meternos de lleno en el drama ya que la película, aunque sí
tiene ciertas dosis de drama, y la productora la vende como tal, y violencia
(el personaje de Elvis es violento y
esta fue la causa de que lo encarcelaran), es más un musical de género
romántico, como casi todas sus películas, sobre todo cuando Elvis sale de la cárcel y comienza su
carrera como si de un meteorito se tratara.
De cómo
se pasa de la nada, del arroyo, de pasarlas canutas a convertirse en una
estrella aprovechando las cualidades que se tienen y sabiendo lo que se quiere,
eso es El Rock de la cárcel: la
ambición por ser alguien y por ganar mucho dinero (eso lo dice la estrella
continuamente). Hay que ser muy duro y disciplinado para conseguir el éxito; no
sólo vale con que hayas heredado una gran y melodiosa voz aterciopelada que
vibra como la de un gran cantante negro de jazz sino que tienes que tener muy
claras las cosas que quieres y cómo conseguirlas, abofeteando si hace falta a
un directivo de una empresa de discos si te la ha jugado, y aprendiendo de paso
la lección para que no te vuelva a suceder; lo importante es el éxito y el
dinero y eso se consigue dejando de lado a veces los sentimientos por una chica
que te ayudó y que había demostrado que te quería.