" cinódromo: noviembre 2012
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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Las uvas de la ira/ John Ford/ Estados Unidos 1940



Esta fue la respuesta que dio John Ford (Cine para gourmets) a los problemas sociales que sufrieron muchos estadounidenses en la gran depresión surgida a partir del crack del 29. Esta gran película de tono realista recuerda al cine que se hizo en Italia a partir de la segunda gran guerra europea. El retrato que ofrece, sin embargo, no es tan duro (aunque sí lo suficiente) como el que se da en las películas neorrealistas a las que nos referimos ya que hay algo así como un lirismo de la pobreza que no se da en aquel cine italiano hecho por gente como Roberto Rossellini o Vittorio de Sica. En ese sentido el neorrealismo sería más descarnado, cruel, de una tristeza aún más desencantada,  de un naturalismo dramático que nos podría recordar lo que podría venir siendo un documentalismo exacerbado. No ocurrirá plenamente este hecho en la película Las uvas de la ira precisamente por ese barniz poético que existe, aunque siga habiendo mucho drama en su esencia y mucha crítica social en el mensaje.


 
 


La pobreza y el espíritu de superación, de salir adelante, es constante. Vemos gente de un lugar a otro, vagabundos sin rumbo, dando tumbos por no poder agarrarse a nada, o persiguiendo una ilusión en un momento desolador en el que vivir es un lujo y sobrevivir una necesidad, una obligación no sólo hacia ti sino hacia los tuyos.
Tom Joad acaba de salir de la cárcel; ¿su delito?: haber matado a un hombre en legítima defensa, otra injusticia más entre otras muchas que veremos en la película. Tras cuatro años de encierro sale en libertad condicional y se dirige a su hogar, a la casa en la que habita su familia. Pero el panorama que encuentra fuera es muy diferente al que había antes de ingresar en prisión, un panorama fantasmagórico. Ahora sólo encuentra a gente que no tiene nada, desposeída, desahuciada, sin futuro; la pobreza es como una nueva peste que cambia el paisaje de todo cuanto se contempla, un paisaje humano desolador, deprimente, injusto, un panorama en el que las grandes compañías y los bancos echan a la gente de sus casas sin parecer importarles lo que les espera. El viento se llevará todo; el concepto será una buena metáfora para explicar toda la pérdida que ha sufrido el pueblo, esa gente desprotegida por un capitalismo salvaje e inhumano que sólo quiere salvarse a sí mismo a costa suya (del pueblo llano)... ¿Civilización? ¿Progreso? ¿A costa de qué? ¿Qué tipo de progreso es el que va en contra del pueblo? La escena del derribo de la casa de madera con el tractor oruga es desoladora, trágica para el que la padece, transmite toda la impotencia que un hombre puede sentir.
Es de ese modo como empiezan los desplazados por la necesidad a cobrar el protagonismo que no quisieran tener. La gente se va hacia el Oeste, hacia California, la tierra dorada, la tierra prometida; pero no todos lo harán. Hay hombres y mujeres demasiado arraigados a su tierra y a su hogar como para marcharse, y a los que se llevan con engaños por ser demasiado viejos y empecinarse en su decisión, como abuelo Joad, no les quedará más que morirse por el camino porque al desahuciarlos ya han muerto de algún modo. 


La familia Joad se mantendrá unida y cada uno de ellos sentirá verdadero amor por el resto de sus miembros: lo más importante; hay pobreza, pero también hay amor para compensar tanta amargura; en su convivencia, no sólo entre ellos sino con la gente que se les une en el viaje, o con la que se cruzan, se apreciará todo el humanismo que puede haber en momentos tan difíciles en los que la solidaridad es patente y nos llega a emocionar; aunque no sólo sentiremos ese humanismo, sentiremos también injusticia e impotencia por tanta adversidad de los desheredados, de los protagonistas de la historia que nos cuenta John Ford basada en una novela del gran escritor norteamericano John Steinbeck.
Y en medio de todos, como pilar que estructura y estabiliza la familia, nos encontramos con Ma Joad, la matriarca, una mujer luchadora, resistente al desaliento, alguien que cuida de los suyos y que siente verdadero amor por ellos, una mujer sentimental que se entristece, por contraste, con unos recuerdos a los que se aferra cada vez que siente el peso de una abrumadora realidad, un pasado que la ayuda a seguir adelante, que la reconforta y le da fuerzas. Ma Joad tiene todo el coraje del mundo y siente orgullo de lo que es ella y su familia; es la argamasa de la familia, la que inspira confianza y hace que no desaparezca. Su solidaridad es manifiesta, y su calidez enternecedora. Ma Joad es pura bondad, sensible, justa y comprensiva, pero también es una estratega vital, una persona puramente planificadora, toda una mujer.




En el viaje hacia California de los Joad se contarán historias duras de desesperación, trágicas, de pobreza absoluta. La meta hará de acicate, dará cierta ilusión, esperanza, servirá para moverse, para no quedarse estancado y sin ningún futuro, y esto no sólo en sentido literal sino metafórico. El aguante del camión destartalado que los lleva es el aguante de los Joad. El camión seguirá adelante a pesar de parecer estar en las últimas, como parecen estarlo los Joad. Pero nuestros héroes no tendrán tan sólo esa resistencia necesaria para seguir y no caer más abajo, mantendrán esa dignidad que ya le han querido quitar cuando los desalojaron de su hogar, como a tantas otras familias, muchas de las cuales se han sentido humilladas por tal castigo.

El campamento al que van a parar las familias más necesitadas semeja al campamento de refugiados de cualquier guerra. Se trata de un ghetto de la marginalidad y la pobreza. No existe la alegría precisamente en un lugar como este. La tristeza está presente en cada habitante. Es triste e injusto y a cualquiera con un mínimo de sensibilidad se le achica el alma al contemplar tanta necesidad. Ver a esos niños hambrientos parados delante de los recién llegados, los Joad, esperando una limosna comestible para devorársela es descorazonador…


Cuando encuentran algo a lo que agarrarse, aunque muy precario, surgen los conflictos con los que tratan de explotar a los que buscan trabajo. En los campos de recogida de fruta se apreciará lo miserable de una gente aprovechada y sin ningún tipo de escrúpulo. Es entonces cuando aparecerán esos agitadores (también de conciencias) para que se produzca un cambio; alguien muy molesto para el poder económico establecido al que nadie le importa, tan sólo el mayor beneficio posible (como sigue ocurriendo hoy en día). Para unos los agitadores, ya hemos dicho, son un problema con el que se debería terminar cuanto antes, exterminar incluso, como así se hará en la película, para otros serán camaradas que luchan por lo suyo, por lo justo, por lo de todos los que se encuentran en su misma situación. Pero donde hay un agitador hay un esquirol  al que sólo le importa lo suyo, alguien que no piensa en el grupo y que no es sensible a sus necesidades, o si lo es, aunque sea mínimamente, podrá más su egoísmo y su miedo que una presumible empatía y solidaridad con los de su clase: compinches del poder sin ninguna, o muy poca, conciencia social… el polo opuesto del agitador…la huelga servirá para enfrentarse no sólo a las injusticias del sistema sino a las desigualdades tan abismales que éste produce. Lucha obrera pura y dura. Hacer frente a las salvajadas de un capitalismo cruel e inhumano, a las injusticias que produce el sistema, a la compañía que a penas paga por recoger fruta. La violencia no tardará en llegar contra los huelguistas y los que los apoyan. El conflicto entre éstos y la compañía salpicará a los Joad a causa de Tom,  personaje interpretado con gran personalidad y fuerza dramática contenida por Henry Fonda.




El final será un buen ejemplo de lo que debería ser una sociedad más justa e igualitaria en la que todos deberían tener su oportunidad. Un campamento del gobierno vendría significando lo que hoy en día se conocería como estado del bienestar en alguna de sus formas. Para los Joad algo que antes de conocer sería como una quimera, una utopía en medio de la necesidad más apremiante, un oasis en pleno desierto del Gobi.

-         ¿Y por qué no hay más de éstos? – preguntará un miembro de la familia Joad al representante del gobierno en el campamento.
-         No lo sé. Tendrá que averiguarlo usted mismo – le responderá el funcionario responsable.


Tom Joad representará al futuro agitador, alguien que querrá acabar con lo injustamente establecido y que se aprovecha vilmente de la situación económica surgida, aunque le cueste la vida. En la despedida de su madre quedará patente su intención.
Pero una frase de su madre, de Ma Joad, albergará esperanza en el futuro: “nosotros siempre saldremos adelante porque somos la gente”.